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Palabra de Cargador

Aprovechamos la oportunidad que nos brinda nuestra recién creada página Web, (enhorabuena a su creador), para darnos a conocer.

Nuestra cuadrilla nace aproximadamente hace unos diez años, cuando un grupo de hermanos se plantea la idea de sacar a hombros a nuestra Madre. A partir de ahí, con el consentimiento y apoyo de la junta directiva y la colaboración de gente vinculada a la hermandad, se confecciona un paso nuevo, se forma una cuadrilla y, con mucho esfuerzo y entrenamiento, un Viernes Santo de hace ahora esos diez años, se hace realidad tan maravillosa idea.

La cuadrilla está formada, en la actualidad, por unos 30 cargadores y un capataz, siendo la capacidad del paso de unos 40. Su estructura es de aluminio, aunque el primero que se hizo era de hierro y lo seguimos utilizando para entrenar. Se carga al hombro sobre largueros de madera, dos laterales a todo lo largo del paso y cuatro centrales. Nuestra hermandad sale el Viernes Santo, en la Procesión del Silencio, con la imagen titular la de Nuestra Señora de la Soledad y, por la mañana, en la realización del "encuentro" con el Cristo del Amor y de la Paz, acto que se acaba de recuperar y que cuenta con una gran acogida ya que es muy espectacular y emotivo.

Los entrenamientos los realizamos al aire libre todos los domingos por la tarde, aproximadamente durante los dos meses anteriores, aunque algunas semanas los hacemos dos veces, puesto que tenemos que preparar "el encuentro". Suelen ser muy duros y sacrificados, ya que a la propia dureza de los mismos, hay que añadir las inclemencias del tiempo, muchas veces desfavorables, aunque eso no quebranta nuestro ánimo sino todo lo contrario. Pero por ello también intentamos que sean lo más amenos y divertidos posible, al tiempo que estamos abiertos a cualquiera que quiera venir a conocernos, y ver como nos entrenamos.

Estaríamos encantados de que, cada vez, sea más la gente que, cuando menos, viviera de una forma distinta la Semana Santa. Muchos fuimos por primera vez simplemente por probar y aquí seguimos y seguiremos mientras nuestra naturaleza aguante.

Llegado el Viernes Santo, por nuestro cuerpo recorren sentimientos encontrados: ansiedad, alegría, nervios, responsabilidad, emoción, sobre todo mucha emoción, pues no en vano, sobre nuestros hombros nuestra Madre saldrá en procesión y eso es algo inexplicable.

Cuando empieza la procesión hay tensión, hacemos las primeras "levantadas" en la iglesia y nos vamos tranquilizando, empezamos a salir y todo marcha bien, aunque a medida que vamos avanzando, nuestros cuerpos van notando el cansancio, pero nuestro paso sigue firme y nuestras "levantadas" son como al principio y nuestro capataz nos va dando ánimos "¡vamos señores!".

Llegando al ecuador de la procesión, el cansancio se hace cada vez más patente en nuestros rostros y nuestros cuerpos lo van acusando cada vez más, pero nos agarramos con más fuerza -si cabe- a nuestro palo, y a la voz del capataz, continuamos con paso firme y ánimos renovados.

Ya vamos terminando, nuestros cuerpos están agotados; hacemos las últimas "levantadas" y entramos en nuestra parroquia. Ya no podemos más. Nuestro capataz ordena "la Virgen al cielo a pulso" y no sabemos cómo ni de donde sacamos las fuerzas, pero nuestra Madre sube despacito y majestuosa al cielo. Hemos terminado.

Nuestros cuerpos están exhaustos y sudorosos, los hombros destrozados y las caras demacradas por el esfuerzo; pero da igual, nos abrazamos unos a otros llorando de alegría y por nuestro cuerpo recorre un sentimiento difícil de explicar. Atrás quedaron esos duros y largos entrenamientos dominicales y las tres horas largas de procesión. Mereció la pena un año más éste o cualquier otro sacrificio por nuestra Madre y abandonamos la parroquia pidiendo a la Virgen que nos dé salud para volver con Ella el año que viene. Por último queremos dar las gracias por su apoyo y colaboración a Don Jesús, nuestro párroco, y a la junta directiva de la hermandad con su hermano mayor (Francisco) a la cabeza, y también queremos tener un recuerdo muy especial para todos los que pertenecieron en el pasado a la cuadrilla y a todos aquellos que colaboraron y colaboran en la actualidad de forma desinteresada y un saludo muy afectivo para Fernando, nuestro capataz.

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